Feliz Navidad o 2020 es un año para el olvido!

     Me tumbo en un sofa, con el cansancio acumulado de la jornada de trabajo,  la cara marcada por el uso del cubre boca, las manos secas de tanto gel o alcohol para desinfectar y por fin, con la libertad de respirar, no hay nada que me cause mayor satisfacción que respirar profundamente una y otra vez, algo tan simple o desapercibido en  la vida cotidiana, tiene un valor inconmensurable. Pienso irremediablemente en aquellos que han dejado de hacerlo

    Divago con la cena  entre las voces del día que se plasmaron en frases diversas, pero especialmente, en una que se repite cotidianamente: ¡2020 un año para el olvido! 

    Su explicación obedece a muchas razones escuchadas en conversaciones, que dan a conocer lo terrible del año desde la perspectiva del que habla como le va en  la feria. Ha sido malo porque la economía cayo, murió tal o cual artista, perdió la humanidad a un gran jugador de futbol, no hay libertad de salir a restaurantes, cine o lugares públicos, el manejo de la pandemia ha sido terrible, no hay dinero que alcance, nos tienen encerrados, somos victimas del sistema de control, no hay clases escolares presenciales, el estrés del encierro es tremendo, el gobierno no se preocupa por los ciudadanos etc, etc. Algunas mas, obedecen a la perdida de un familiar, amigo, padres o hermanos, por el tema de la pandemia o por otras causas naturales o inherentes a la vida misma. Y recuerdo que paradójicamente, esperábamos entre copas y vestidos de gala el Happy new Year o Feliz año nuevo, llenos de esperanza, anhelos, metas, deseos, propósitos y planes. Nadie en su sano juicio, en ese momento diría, que iniciando seria un año para el olvido.

    Ensimismado no encuentro porque tengamos que olvidar este año, sino por el contrario, creo que este año lo que menos debe de tener es la etiqueta, de un año para el olvido. Si bien es cierto, que los sucesos que nos rodean marcan la percepción del tiempo y su realidad, también es cierto que algunas cosas nos ha llevado a descubrir, precisamente este año 2020, o quizás debamos decir, nos ha llevado a entender desde otro punto de vista. Es mas me atrevo a decir, que este año nos ha llevado a detener el paso vorágine que llevábamos como sociedad, familia, relaciones con amigos, compañeros de trabajo, novios, esposos e incluso amantes. Súbitamente, el brinco entre año y año percibido con una ligereza absoluta, nos  ha enfrentado a nuestra propia construcción y percepción como personas. No se los demás, pero no quiero olvidar este año, quizás porque veo a mis hijos crecer, quizás porque este año perdí a un ser querido, quizás porque me compre un auto nuevo, quizás porque me corrieron del trabajo en medio de una crisis, quizás solo quizás porque estoy vivo para escribir estas líneas. Mas allá de todo esto, el resultado de este año ha sido descubrir o redescubrir digamos, la fragilidad humana, el miedo a la muerte, que se ha vuelto una obsesión diaria.

    Cuando repasamos lo duro del año, también debemos ver lo bueno que nos ha dejado. La pregunta es ¿Que putas nos dejo este año? A mi me dejo a los verdaderos amigos, aquellos que realmente son parte de mi vida, que valoran mi persona y familia. Me dejo cercanía, convivencia, conocimiento, de mi esposa, de mis hijos, de mi entorno personal. Descubrí la importancia de mis padres, hermanos con la necesidad intrínseca de cuidarnos. Aprendí la valoración del tiempo, de su uso y goce. Entendí que el mejor momento es aquel que disfrutas con los que quieres, amas, estimas y no puedes o debes desperdiciar estos momentos con personas que no aportaran su esencia para convertirte en mejor ser humano. Encontré que en medio de todo el mundo parado hay oportunidades de rehacerse, de leer, escuchar música, platicar en la sobre mesa horas y horas. Valore la comida en todas sus formas, su máximo aprovechamiento, su cero desperdicio, no bajo un sesgo económico, sino por la tremenda bendición de tener algo en la mesa cada día. Recapacite que no necesitamos tanto para vivir, mejor dicho ocupamos lo mucho o lo poco que tenemos como un complemento no como un fin en si mismo. La vida se convirtió súbitamente en algo mas simple de lo que jamás imaginamos.

    Habría que remontarse a la historia para encontrar realmente años sumamente difíciles para humanidad moderna, pasando por las grandes crisis sociales, la hambruna, las guerras civiles y mundiales, revoluciones, dictaduras, desapariciones, bombas nucleares, meteoritos, tsunamis, terremotos entre muchas cosas mas. Si regresamos a que cada quien habla de como le va en la feria, quizás para muchos seres humanos tampoco fueron años para olvidar. Pongamos en perspectiva estos acontecimientos, pensando en los indígenas de la sierra de Oaxaca o Guerrero por decir algo, para los cuales su maxima preocupación es la cosecha y no una pandemia, enfermedad global o el tipo de cambio del dólar. O quizás podamos pensar en la gente de Alaska que su mayor preocupación en pasar el invierno en las mejores condiciones posibles, sin importarles las cosechas de la gente de Oaxaca.

    Así, hemos llegado al casi final de los 365 días del año, con una lucha entre incertidumbre e incredulidad, entre las enfermedades y pensamientos pesimistas, de cara a un futuro dominado solo en nuestros pensamientos mas no en la realidad, es decir, ahora pensamos que el futuro nos pertenecía y hemos perdido el control, una simple y llana falacia de pensamiento. El futuro no se domina, porque no existe, el futuro se añora porque no se tiene, el futuro es intangible y solo real en la imaginación. 


    Quizás por estas razones a principios de cada año, olvidamos que no tenemos dominio sobre el tiempo, la naturaleza, la vida y muerte, los vientos, las mareas etc, sino solo somos un ente mas, un pequeño grano de arena en un universo infinito. Las enfermedades continuaran es parte de la evolución y la supervivencia, selección natural.  Las catástrofes no se detendrán en 2021, no se terminaran los politicos y mucho menos se detendrá el mundo. Somos afortunados del aquí y ahora, porque de una u otra manera permanecemos, aun tenemos tiempo, por eso tenemos vida, en el momento que el tiempo se detenga, lo hará de manera personal y dejaremos súbitamente de existir.

    Después de esta reflexión, tengo poco o nada mas que decir, quizás solo tengo que rezar. Ignoro si tu que lees estas líneas, que tomaste tu tiempo, es decir tu vida para detenerte aquí, encuentres algo que aporte a tu reflexión personal, y no el texto haya sido algo vacío sin sentido. Ignoro si tus creencias son iguales a las mías, pero en estos días, especialmente en estos días, justo cuando se acerca la navidad, o las celebraciones para algunos, o las vacaciones para otros, es necesario recapitular. Menester personal, me resulta elevar una oración a quien yo creo, pensando en la gratitud de vivir. Mi oración es muy simple, quizás burda, pero sincera.

Solo le pido a Dios no perder mi tiempo, o mejor dicho: "Solo le pido a Dios no perder vida". No quiero ser un zombie deambulante, quiero ser proactivo, aprovechar todos los instantes, vaciarme personalmente en cada acción con pasión, y finalmente nunca decir: Este año es para el olvido.

Feliz navidad y feliz año nuevo.

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